Somos esa humanidad compleja pero a la vez sensible y dispuesta a acoger la vida, el dolor y la ternura que nos permiten despojarnos de todo aquello que no deja espacio para que nos habite Dios, para ser y hacernos hermanos, para cuidar y dejarnos abrazar.
Somos lugar y el sitio en el que acontecen historias, custodiamos secretos, contenemos fragilidades; somos capaces de atender y entender las voces y llamados que Dios nos hace a través de las realidades en las que vivimos y con las que convivimos; Somos camino andado y desandado, aprendiendo y desprendiendo con la certeza y la confianza de que no lo hacemos solos ni estamos solos: vamos haciendo e inter-siendo con otros; Somos abandono, confianza y gratitud, por eso podemos rezar cada día, porque en Dios todo cobra sentido, el amor se multiplica y es capaz de perdurar en el tiempo, en otros tiempos y en nuestro tiempo… y así Consagrarnos diariamente a Él y en Él a nuestros hermanos.